viernes 11/08/06
En realidad, tengo ganas de hablar de otras cosas, en el tiempo que yo – y
ustedes - le pueden dedicar a “El hijo de Reco”. Encontré en la Red dos
notas bien informadas, bien escritas – y profundamente diferentes – sobre
Cuba después de Castro. Se las prometo para este fin de semana. Y hace mucho
tiempo – mis amigos lo saben – que tengo ganas de alentar una discusión
abierta sobre el aborto y la estupidez, dos crímenes que se están combinando
para joder a la gente. Pero la guerra, esa vieja actividad humana, se está
metiendo con todos nosotros, todos los días. Los imbéciles – así yo los
conceptúo – que hace algunos años empezaron a hablar de la IV Guerra Mundial
parecen haber conseguido convocar al demonio que pintaban. Por eso, rescaté
un artículo que escribí hace cinco años, cuando lo de las
Torres Gemelas,
donde creo que digo algunas cosas válidas.
(Una observación: No, no puedo estar absolutamente seguro que los intentos
de atentado en el aeropuerto de Londres no hayan sido una operación de
inteligencia de los servicios occidentales ¿Pero si eso fuera así, importa
realmente? Hay más de mil millones de musulmanes, muchísimos de ellos son
jóvenes y seguramente un porcentaje de ellos está muy furioso. Además, Bin
Laden, como caudillo sunnita, tiene razones objetivas para observar con
cuidado el liderazgo popular – entre los musulmanes - que está adquiriendo
el shíita Nasrallah. Si los servicios armaron un show, ha servido
principalmente para promocionar ideas ya en circulación)
lunes 31/07/06
Hoy casi todos los diarios en Buenos Aires – muchísimos en todo el mundo, si
nos fijamos por Internet – tienen en su tapa la misma foto: un socorrista
libanés lleva en sus brazos el cadáver de un niño. La comunidad judía, que
siempre ha sido acusada – o envidiada – por su influencia en los medios, ha
estado inhábil esta vez. O quizá, es lo que yo creo, siente un grado de
rechazo en su interior por lo que se está haciendo en su nombre.
Por mi parte, nunca he querido sumarme a lo que llamé alguna vez “la
hinchada de los buenos”; los que hacen política – o peor, catarsis emocional
– con los sufrimientos de un pueblo lejano injustamente agredido, a veces
sin tomar compromiso con sus propios compatriotas. Respeto a los valientes –
de ambos lados - que luchan por su patria y su fe, y rindo homenaje a
algunos gestos hermosos – como el de los israelíes que en medio de la guerra
tienen el coraje de manifestarse en contra de la agresión que se está
cometiendo, y el de esa joven pacifista judía – de la diáspora - que se
enfrentó a un tanque que iba a demoler una casa palestina y murió aplastada,
sin apartarse.
Como argentino, cuyo destino es aquí, no quiero sumar odio – ya hay bastante
– sino aportar a entender lo que pasa. Subí a esta página, en
La guerra que
sigue, lo que un analista ruso y uno norteamericano dijeron de esta fase del
conflicto en sus comienzos. Con enfoques diferentes, hablan de la guerra
como el viejo Clausewitz “la continuación de la política por otros medios”.
No podemos darnos el lujo de olvidar que también es eso. Mantengo el
apasionamiento, muy argentino, de Gerardo González, que pienso refleja lo
que la mayoría sentimos, y algunos comentarios míos que le contestan.
Siento que debo agregar la declaración que están firmando muchos
compatriotas, con una alta proporción de intelectuales de izquierda y de
origen judío y cuyo título es muy expresivo
“No a la masacre por parte del
Estado de Israel”. Corresponde también aquí agregar el link a una noticia
local: “Judíos y musulmanes argentinos firman un documento por la paz”. Y
rescato algo que escribí hace algunos años sobre otra guerra en tierras del
Islam, que me parece puede echar luz sobre el largo plazo: La IV Guerra Mundial y el
terrorismo
domingo 23/07/06
Otra vez hay guerra abierta en el “Medio Oriente”. Es una vieja
costumbre, por lo menos de seis mil años. Pero no puede dejarnos
indiferentes. Aún yo, que insisto que nuestro deber es desarrollar una
política internacional Argentina, que exprese nuestros intereses y nuestro
inescapable lugar en el mundo, (porque si uno no tiene un talento rayano en
el genio en la ciencia o en el arte, o una vocación religiosa, sólo puede
relacionarse con la humanidad a través de la nación a que pertenece) siento
la obligación de decir algo.
Por ahora, subo a la página un intercambio de mails con un amigo donde
hablamos del tema. También busqué algunas notas que entiendo aportan
visiones diferentes y válidas y las pongo en
Noticias para pensarlas. Ya
había puesto el análisis de Vladimir Simonov,
de Novosti. Ahora agrego el de Thomas L.
Friedman de The New York Times. El ruso y el norteamericano desarrollan
por igual análisis racionales y lúcidos. También “subo” el informe de una
ONG de origen británico – nada más respetable que eso – sobre el porcentaje
de niños entre las víctimas. Y la carta de una poeta libanesa – ya que hay
una importante comunidad de ese origen entre nosotros – que llora la muerte
de su nación.
También tenemos una gran comunidad de origen judío. Dos cosas se me ocurren:
me parece evidente que la mayoría de nuestros compatriotas (inclusive muchos
de ese origen) siente revulsión ante los sufrimientos que las Fuerzas
Armadas israelíes están infligiendo en esa porción del mundo; y tiene
simpatía por los libaneses y los palestinos, a los que ve como los más
débiles. La otra es que merece más respeto el que lucha por su existencia –
de un lado u otro - que el que aplaude o critica frente a la TV. Y uno,
miembro de la clase media baja razonablemente educada, siento rechazo a
quedar incluido en el antisemitismo, esa característica de la clase media
baja semieducada. Por eso rescato aquí dos estrofas de un poema de Endre
Farkas, “Judíos”, que expresan lo que siento:
Ellos son como todo el mundo;
con sus propias tierras para proteger.
Prefieren las "Alturas del Golan"
para poner sus grandes cañones,
a los altos niveles morales y sus antiguos ritos.
Han perdido la ventaja de las víctimas,
se han transformado en lo que siempre fueron:
un pueblo que sigue visiones y órdenes
y que debe ser hecho responsable de eso.
Una de las primeras notas que subí a esta página fue “Argentina y su circunstancia”, parte de un mail que había enviado a un grupo de amigos hace 3 años donde decía que “... por primera vez desde 1945 Argentina tiene que ejercer opciones de política internacional en un mundo en el que Estados más poderosos y sociedades más desesperadas enfrentan enemigos en serio, en el viejo juego de la guerra”. El lenguaje, quizás un poco dramático, mostraba que estaba – y estoy – preocupado.
Nuestra Cancillería, me temo, tiene una visión provinciana
de la política internacional. En eso se parece a la mayoría de nosotros, los
argentinos. Con menos disculpa, porque a ellos les pagan para estar
enterados y alertas. Como ejemplo: temas centrales para nuestra diplomacia:
Malvinas; derechos humanos; ahora, derechos ambientales. Es explicable: el
primero, por lo que se aprende en la escuela primaria, por la memoria de los
soldados que cayeron allí, resuena en casi cualquier argentino, aún los que
están más lejos del nacionalismo convencional. Los otros dos son temas
profundamente políticos, y en Evangelina Carrozzo, conducción señalé que el
último es un tema muy sensitivo para las clases medias y para los jóvenes
del mundo desarrollado y también de algunos países semidesarrollados, como
el nuestro. Pero ¿tenemos claro que no son los temas importantes para los
que toman las decisiones que sacuden al mundo? ¿Y que indignarse por la
maldad de Bush – o de Bin Laden – tiene poco que ver con pensar una política
para una nación?
Para aportar algunos elementos, agregué dos ítems de la agencia rusa Novosti
a Noticias para pensarlas: un análisis de Vladimir Simonov sobre la escalada
israelí; puede discutirse su análisis (yo no estoy totalmente de acuerdo),
pero no cabe duda que él vence el tradicional provincialismo de los rusos,
que tienden a pensar que TODO es una conspiración contra ellos. Y un cable,
también de Novosti, que apunta al polvorín en el otro extremo de Asia.
Por otro lado, agregué algo al “dossier” sobre la
Ley de Educación en la Portada. Ese es también un tema en que hay que pensar en serio.
Sábado 8/07/06
En su sabiduría, el Ministerio de Educación resolvió que este miércoles 5 no hubiera clases para que los docentes tuvieran ocasión de reflexionar y debatir sobre el proyecto de Ley de Educación Nacional.
Llama la atención que, en apariencia, se necesite todo un día (en la provincia
de Buenos Aires fueron 2, porque parece que ahí es más difícil) para evaluar
cualquiera de las propuestas presentadas: todas son un listado de buenas
intenciones (La gremial es un poco más concreta; defiende intereses ídem. Aclaro
que yo, como padre de hijos en edad escolar firmé las de los colegios católicos
a los que asisten, pero en otro momento escribiré sobre filosofía. Ahora quiero
hablar de educación).
Por supuesto, dentro de esas listas de deseos que pasan por propuestas, hay
frases que definen proyectos políticos, y éstos son importantes. Pero me parece
que sería preferible discutirlos como tales. Y creo también que hay algunas
cosas, también muy importantes, que quedaron afuera. Por eso reuní tres notas –
de fuentes muy distintas – como aporte a la reflexión que nos proponen. Vean en
la Portada el cuadro “Reflexionando sobre Educación”
Domingo 2/07/06
"...Lo interesante de este mundial es que se transformó en Eurocéntrico. ¿Copa entre europeos en vez de Copa Mundial? Así pareciera.
Pero si analizamos la composición multirracial de los equipos europeos, el
francés, el italiano, vemos al propio Odenkosor o algo así, uno de los mejores
atacantes del equipo alemán, advertimos el emerger de una nueva Europa.
Multirracial y claramente recostada sobre las ex colonias.
El fútbol expresa realidades nacionales mestizas y globalizadas.
Un equipo de fútbol que se llame simplemente MERCOSUR tendría más éxito virtual
que el propio bloque regional.
El fútbol mueve 630.000 millones de dólares al año.
La Argentina exporta jugadores y no es casual.
Son una commodity con valor agregado.
Hay que ir pensando el fútbol en términos políticos.
Es el único momento en que las imágenes de la periferia le ganan a la máquina de
sueños de Hollywood.
El fútbol es lo nacional con franchising globalizado.
Hay que ir estudiando el asunto y replantear la Secretaría de Deportes.
Saludos.
Arrivillaga"
Cuando terminó el partido, después de los penales, Buenos Aires quedó silenciosa. Por el resto de la tarde, las caras de la gente en la calle mostraban tristeza. Puede sonar raro, pero yo no me sentía triste en absoluto. Entiéndanme, ganar es mejor que perder, y disfruto de las victorias tanto como cualquiera. Pero había sido un buen partido; nuestro equipo había jugado bien, frente a un adversario muy fuerte. Y perdimos por la suerte (mala) de los penales. Sentí que Argentina había probado que no llegó a cuartos de final por la lotería de adversarios débiles o golpes de fortuna. Que en alguna forma el encuentro con el seleccionado alemán había cerrado bien el Mundial para nosotros.
No me importó la pelea del final. Hombres, jóvenes, de sangre caliente, después de dos horas… Pero necesito decirle a Messi que jugó mal: todas las veces que lo enfocaron las cámaras en el banco, todo el partido, tenía cara de culo. Bronca por que Pekerman lo dejó afuera, por que algo le impidió jugar, por que a los 19 años estaba convencido con él adentro se ganaba… Pibe, estuviste mal: tus compañeros merecieron un mejor aguante.
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