por Thomas L. Friedman, The New York Times, 20/07/06
Los perfiles del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, lo describen siempre
como el protagonista árabe más "inteligente" o "estratégico". Me permito
disentir. Cuando se disipe el humo, Nasrallah será recordado como el líder
más temerario e imprudente desde que el líder egipcio Gamal Abdel Nasser se
equivocó de rumbo y desembocó en la Guerra de los Seis Días.
Sí, sí, ya sé. Soy un occidental excesivamente racional. No comprendo la
mentalidad oriental y la victoria emocional que Nasrallah conseguirá después
de tanto dolor. No se trata de ganar o perder, sino de matar judíos. Bueno,
tal vez, pero en última instancia las guerras se libran con fines políticos.
Habrá una rendición de cuentas, de manera que hagamos algunos cálculos.
Primero, Nasrallah ha hecho retroceder todo el incipiente movimiento
democrático árabe. A propósito, ese movimiento fue utilizado por partidos
islámicos -como Hezbollah y Hamas- para llegar al poder por la vía pacífica.
Hezbollah, por primera vez, tenía dos ministros en el gabinete libanés.
Hamas, a través de una elección promovida por los Estados Unidos, asumió la
Autoridad Nacional Palestina.
Y, en ambos casos, así como en Irak, a esos partidos islámicos se les
permitió hacerse cargo del gobierno y mantener sus propias milicias por
afuera.
Lo que Hamas y Nasrallah hicieron - al arrastrar a sus respectivos países a
guerras innecesarias contra Israel - es demostrar que los islámicos ya no
serán considerados responsables por el poder político. Precisamente lo
contrario: no sólo no arreglarán los cráteres sino que iniciarán guerras,
cuando así lo decidan, que dejarán cráteres incluso más grandes.
¿Significa esto que Hamas y Hezbollah nunca ganarán otra elección? Por
supuesto que no. Sus partidarios siempre los seguirán. Lo que sí significa
es que si la Hermandad Musulmana, en Egipto, o los islámicos en Jordania o
el Golfo Pérsico tenían alguna esperanza de asumir el poder por la vía
electoral, ahora deben olvidarse de sus sueños.
No veo que esos gobiernos permitan alguna vez elecciones que podrían llevar
a partidos islámicos al poder, y no veo que Estados Unidos vaya a promover
ninguna otra elección en la región, por ahora. El experimento democrático
árabe está paralizado, porque si no se puede confiar en los partidos
islámicos en el gobierno, tampoco se puede confiar en las elecciones. Todos
los dictadores árabes dicen: "Gracias, Nasrallah".
En el frente de la paz, veamos: Israel se retira del Líbano y de la Franja
de Gaza, ¿y cuál es la respuesta de Hamas y Hezbollah? ¿Construir escuelas,
caminos y crear fuentes de trabajo en los territorios recuperados? No.
¿Respetar la frontera con Israel pero exigir que Israel se retire de
Cisjordania? No. La respuesta es bombardear Israel desde Gaza y secuestrar
soldados israelíes en el Líbano.
Hamas y Nasrallah reemplazaron la fórmula "tierra por paz" por "tierra por
guerra", según el ex enviado a Medio Oriente de Estados Unidos, Dennis Ross.
Al hacer eso, se aseguraron que ningún gobierno israelí se retirará
unilateralmente de Cisjordania y se arriesgará a que caigan cohetes sobre
Tel Aviv. Nasrallah y Hamas hicieron que "la profundidad territorial
estratégica" estuviera de vuelta en el pensamiento israelí. Todos los
colonos judíos en Cisjordania dicen: "Gracias, Nasrallah".
Pero supongamos que a Nasrallah no le importa la democracia ni un Estado
palestino. Que tiene que cuidar su propia posición. Sus aventuras causaron
la devastación de su pueblo -lo que está pasando en el Líbano es una
tragedia terrible-, pero causaron relativamente poco daño a Israel. Inició
una guerra en nombre de Irán que arruinó a su pueblo y el mejor resultado
que puede esperar es un cese el fuego que exija que Hezbollah se aleje de la
frontera israelí.
Además, Irán dio a Nasrallah misiles para impedir cualquier ataque israelí u
occidental contra el programa nuclear iraní. Ahora, al jugar frívolamente su
carta de los misiles, Hezbollah e Irán pusieron en riesgo y debilitaron la
capacidad de disuasión iraní. Una jugada realmente estúpida.
¿Puede Estados Unidos capitalizar la locura de Nasrallah? Para mí, la gran
movida estratégica en el tablero es tratar de dividir a Siria e Irán, y
llevar nuevamente a Damasco al bando árabe sunnita. Esa es la jugada que
cambiará la partida. ¿Cuál será el precio que exigirá a cambio Siria? No lo
sé, pero ciertamente pienso que valdría la pena averiguarlo. Después de
todo, Siria alberga a la conducción de Hamas en Damasco. Es el puente
terrestre entre Hezbollah e Irán, sin el cual Hezbollah no podrá sobrevivir.
Y es el refugio para los insurgentes del grupo Baath en Irak.
Sí, tenemos mucho que discutir con Siria. Y también los sauditas, los
egipcios y los jordanos, a los que les preocupa que Siria pudiera estar
allanando el camino para que los chiitas iraníes se apoderen de la política
árabe.
Por cierto, me interesaría saber si Damasco respondería positivamente a una
propuesta de Estados Unidos y Arabia Saudita, como la que logró que Libia
abandonara sus armas nucleares. Es improbable, admito, pero si el equipo de
Bush tuviera la gente lo suficientemente sagaz para lograr eso -algo también
improbable- se produciría la madre de todas las derrotas para Irán y
Nasrallah.
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