La foto de Macri y la pobreza en la ciudad de Buenos Aires

Los que me conocen, o los que han leído mi introducción a su nota sobre “Peronismo y terrorismo de estado”  saben que tengo diferencias importantes con algunas opiniones de Artemio López. Y francamente, la coincidencia en el tiempo de su fervor kirchnerista con sus contratos como encuestador – que puede ser totalmente honesta, por supuesto – no acaba de gustarme. Uno es argentino y mal pensado. Pero después de volcar en “Blogueando” del 2 de marzo  mi bronca con los políticos y los periodistas que hablan de la miseria de sus prójimos con la indignación impostada que se reserva para un documental sobre Somalía, encontré este “post” que subió hace pocos días a su blog personal.

Y tengo que señalar que lo que dice de la pobreza en esta ciudad, y de los políticos que se acercan a ella, tiene precisión y claridad, y datos concretos a tomar en cuenta. Artemio, te perdonamos la pifiada de Misiones.


Definitivamente hay una tendencia abusiva en Mauricio a asociar pobreza con villas de emergencias, suciedad, nauseabundeo en general y enormes montañas de basura. Sobre una de ellas, lanzó su candidatura y habló, sugiriendo que lo hacía en favor de una ciudad "con más igualidades". No es nueva la asociación entre pobreza, basura, enfermedad y otras porquerías de subgénero en la dirigencia conservadora cuando busca la “igualidación”. Ya Fernando de la Rúa recuerdo, en cordial encuentro con este servidor en la quinta de Olivos, para arrancar nomás la charla sobre "temas de pobreza" en general, de pique preguntó: "Y dígame Ud. que sabe de pobreza, ¿cuántos mogólicos hay en el país?". Y, no sé bien, contesté rapidito. "Hay que averiguarlo" replicó Chupete preocupado..." es muy importante, igual que las sillas de ruedas, a ningún pobre le puede faltar su silla de ruedas".

Es entonces particularmente intensa la asociación entre pobreza y calamidades biológicas, estiércol y alimañas por parte de la dirigencia política en el curso de la historia nacional y seamos justos, la progresía también sitúa la pobreza en los márgenes. No se subirán a una montaña de mierda para lanzar sus candidaturas, al menos por ahora - porque no se midió aún el resultado de la movida del PRO -, pero los progres porteñitos en campaña, también dejaron surcos en cuanto merendero, comedor o juntadero de menesterosos lograron ubicar en el sur porteño "tan postergado", tal cual lo hizo el ogro Macri, que también fue al sur.

Desde el punto de vista estrictamente conceptual y estadístico, los políticos se equivocan. El fenómeno de pobreza nacional más profundo y extendido no se apila por ejemplo en la Villa 1-11-14, por el contrario se articula en el declinar socioeconómico de hogares de clase media. Más aún en la Ciudad de Buenos Aires, donde existe mucho mayor nivel de pobres hacinados en los edificios torre de Villa Crespo o los monoblocks de Parque Avellaneda que en veinte Villa Cartón juntas, por citar un caso de impacto mediático reciente.

Efectivamente, la Encuesta Permanente de Hogares muestra que sobre 290.000 pobres existentes en la ciudad autónoma, apenas 70.000 residen en villas de emergencias del Sur; los restantes 220.000 ciudadanos, entre ellos 80.000 niños de menos de 15 años, habitan una diversidad de barrios de clase media porteña, la mayoría de ellos poblados de coquetos recipientes flúo para la basura humana y miles de tachines verde intenso, para la cacona de los canes que asolan por doquier las plazas y parques ciudadanos.

No se trata entonces con esta campaña de acercamiento promiscuo al pobrerío villero de buscar "la realidad". Sucede que la potencia simbólica de una niña desarropada en medio del basural surero es magnífica y "da la idea de que", de manera radiante. La pobreza esta simbólicamente estereotipada bajo la forma de pobreza estructural, cuyo paisaje socioambiental habitual efectivamente es la villa de emergencia o el asentamiento precario. Sin embargo, a cinco años de la mega crisis, esa imagen estereotípica ya no mueve el amperímetro ni está en línea con lo que siente la opinión pública porteña media, que ha demostrado una y mil veces que todo ese cambalache lacrimógeno hoy mismo, le importa un bledo, cuando no, le incomoda bastante.

Sin ir más lejos ayer, mientras Mauricio se esforzaba en invitar a la ne-na-po-bre-ton-ti-ta a ver " Happy Feet " (japifit, japifit le decía a la pequeña), en ese mismo instante, los vecinos de clase media y media baja residentes en la barriada sureña de Parque Patricios le prendían fuego a una fábrica abandonada de la calle Los Patos, donde el Gobierno de Teletubi quería hacer ¿a qué no saben qué cosa? : Alojar a los residentes de Villa Cartón, hacía poquito también incendiada, porque como dijo la Ministra Cerruti, emulando tardíamente a la Unión Ferroviaria: "Con los pobres no se jode".

En fin, nosotros les decimos que sí, que se jode con los pobres, y mucho se jode, pero (ay!), la lógica que manda ese joder, ahora mismo ya habita en las antorchas de Parque Patricios. El tierno basurero de Mauricio ya recontrafué viejita, como dicen los pibes en Floresta. O sea, Barba, Duranito, si de ganar al fin la Capital se trata y querés erotizar la política porteña de verdad   avivate hermano, dejá tus pruritos setentistas de lado y seguilo al Indio:


No tienen norte, no tienen salvación, hacé el trabajo y redimilos, por favor. Que se mejoren allá en la eternidad... partíles el buñuelo y quitá mi pena así.


Artemio López - febrero 27, 2007
 

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