La contaminación y el MERCOSUR Una reflexión sobre el conflicto argentino-uruguayo

 

Adrián Tomás Campana (*)

 

(*) Ex soldado combatiente en Malvinas. Presidente de la Asociación Civil Combatientes en Malvinas de Buenos Aires.
 


El conflicto abierto entre el Uruguay y la Argentina por las pasteras ha escalado a un punto tal que, aún cuando hallemos pronto una solución específica, pasarán muchos años para cerrar las heridas abiertas.

 

La única contaminación producida hasta el presente, no es la potencial que denuncian las organizaciones autoproclamadas ambientales, sino la que viene enrareciendo las relaciones entre los dos países hermanos.

 

Después de la guerra librada entre la Argentina e Inglaterra por la soberanía sobre Malvinas, el proceso de integración suramericano abandonó el exclusivo espacio de las ideas abstractas, para trasladarse paulatinamente a los hechos. De asunto de intelectuales, pasó a serlo de políticos, diplomáticos y empresarios. El Acta de Asunción, antecedente del MERCOSUR, se firma apenas tres años después de la guerra que la República Argentina libró por recuperar sus islas australes, en lo que se puede contabilizar como uno de los efectos benéficos de la convulsión "malvinera" sobre los países del Sur del orbe.

También es importante agradecer los inmensos apoyos recibidos por los pueblos latinoamericanos, incluido el pueblo uruguayo, que percibieron claramente que el enfrentamiento entre el Reino Unido de Gran Bretaña y la República Argentina no se reducía al choque entre una democracia y una dictadura, como la ex primer ministro Margaret Thatcher propagandizó, sino que se trató de una guerra entre una potencia con resabios colonialistas y una Nación que anhela aún su integridad territorial.

Quienes participamos en una guerra, sabemos cuánto daño y dolor causan las actitudes imprudentes, tanto en las personas individuales, como en las sociedades. Aún cuando se trató de una causa justa, como la recuperación de Malvinas ¡Cuánto más cuando se trata de un mismo pueblo, separado por un río!

El camino de la unidad no está exento de tropiezos, obstáculos y zancadillas, de avances y de retrocesos. En el conflicto por la instalación de las fábricas de pasta de celulosa, como en tantas otras cuestiones que habrá que discutir con nuestros vecinos y socios, el primer bien a defender es la Unidad Suramericana.

La Corte Penal Internacional de La Haya se ha expresado en dos oportunidades con el mismo espíritu de prescindencia sobre la denuncia presentada por la instalación de las pasteras, y es casi seguro que mantendrá el mismo tono en su dictamen final.

 

En consecuencia, la única salida que nos quedará para resolver nuestras diferencias será el acuerdo político entre ambos Gobiernos o el MERCOSUR, caminos de los que nunca deberíamos habernos apartado.

 

... Cuando  se firmó el Tratado del Río Uruguay no existía el MERCOSUR, pero hoy sí. No hay mejor ámbito para la resolución de los conflictos regionales; al menos, no habría que pagarle honorarios a estudios de abogados ingleses o norteamericanos.

No debería ser propio de gobiernos que se autodefinen como progresistas y con fuerte apoyo popular, potenciar conflictos con los vecinos y sucumbir ante las estrategias divisionistas de los poderosos.

 

Argentinos y uruguayos debemos exigir a nuestros gobiernos para que activen los nuevos mecanismos regionales en la búsqueda de solución de controversias y para concretar las estrategias que nos permitan un desarrollo sustentable.

Está naciendo un nuevo patriotismo: el Suramericano. Si no logramos construir una verdadera Unión Suramericana, perecemos lentamente como "segmentos indiferenciados del mercado internacional" En tal caso, no sólo no accederemos al derecho de un ambiente sano, sino que nos veremos privados de todos los demás derechos que nos asisten como personas y como repúblicas soberanas.

 

Solamente unidos, recuperando los históricos lazos de hermandad, podremos enfrentar los desafíos que nos propone el proceso de globalización creciente, preservando el más alto grado de autonomía e identidad, es decir, de dignidad para nuestros respectivos pueblos.

 

Por ello, un grupo de ciudadanos argentinos y uruguayos, entre los que nos encontramos los Ex Combatientes de Malvinas, nos movilizamos para expresar una voz distinta a la que se viene escuchando desde hace dos años, con muestras de odio y de intolerancia, de soberbia rayana en el delirio, produciendo no solo actos ofensivos y graves, sino hasta usurpando las facultades que les corresponde exclusivamente a los Estados.

 

Una vez más, debemos recordar la sabiduría de nuestro poema nacional, cuando afirma:

 

"Los hermanos sean unidos,
Porque esa es la ley primera;
Tengan unión verdadera,
En cualquier tiempo que sea
Porque si entre ellos pelean,
los devoran los de afuera"

 

Martín Fierro

 

 

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