El fiscal Alberto Nisman, con Martínez Burgos, pidieron la prisión de
funcionarios y diplomáticos iraníes, incluyendo un anterior Presidente de la
República Islámica. El encargado irani de negocios Mohsen Baharvand se
encarga de la defensa de su país. Los dos son abogados y llevan años
trabajando en bandos contrarios en el caso AMIA. Raúl Kollmann, un agudo
periodista, de quien hace poco subí a esta página un reportaje que se le
había hecho sobre el dictamen de los fiscales, tuvo la iniciativa de
reunirse con estos dos protagonistas y dejarles decir “su verdad”. (Una
expresión curiosa del idioma popular, como si la verdad fuera algo personal,
portátil).
Aunque estos reportajes ya fueron publicados el 19/11 en Página 12, me
parece útil reproducirlos aquí, antes de opinar sobre la situación que se ha
creado entre la Argentina e Irán
“Quiero reunirme con el juez. Claro que quiero reunirme con el juez Rodolfo Canicoba Corral. Se lo he pedido oficialmente a la Cancillería. Le vamos a
exhibir los documentos y elementos que prueban que no tuvimos nada que ver
con el atentado contra la AMIA y que las acusaciones son ridículas, puras
mentiras. Nos dan risa. Quiero refutar prueba por prueba.” Contrariamente a
lo que sugiere su cargo, el encargado de Negocios de Irán en la Argentina, Mohsen Baharvand, es un experto en causas judiciales y en especial en el
expediente AMIA. Fue director de Asuntos Jurídicos de la Cancillería iraní
en 2003 y 2004, un año antes estuvo en Londres defendiendo al ex embajador
de Teherán en la Argentina, Hadi Soleimanpour, que fue sobreseído por la
Justicia británica en relación con el atentado y, finalmente, fue el jefe de
la misión de Irán ante INTERPOL cuando el año pasado se discutió el caso
AMIA en el congreso plenario mundial de Berlín. Allí se rechazaron los
pedidos de captura con 109 votos en contra, cinco a favor y nueve
abstenciones. En ese momento, había sido destituido el juez Juan José
Galeano. Ahora, el nuevo magistrado, Canicoba Corral, dictó las nuevas
órdenes de captura.
–La Justicia argentina sostiene que el atentado se resolvió en una reunión
del Comité de Asuntos Especiales en Pashad en agosto de 1993.
–La información proviene de varios disidentes y opositores a nuestro
gobierno que colaboraron con Galeano. Personas que no estaban en Irán y lo
único que hicieron fue leer los diarios, incluso por Internet. Sucede que
esa reunión de gobierno fue pública, no clandestina. Se publicó en los
diarios. Está muy claro que esos disidentes buscaron alguna reunión que más
o menos combinara con una fecha que les pareciera con una antelación
suficiente respecto del atentado. Error. El ataque a las Torres Gemelas, por
ejemplo, llevó cinco años de planificación y ellos supusieron que en 11
meses se arreglaba el de Buenos Aires. No se sostiene. Otra cosa: ¿a quién
le cabe en la cabeza que un atentado, que es un gravísimo hecho, se va a
resolver en una reunión con tanta gente?
–En el fallo se sostiene que el agregado cultural de Irán, Mohsen Rabbani, y
el tercero de la embajada, Ahmad Reza Asghari, estuvieron en la reunión.
–Me da risa. Asghari tenía entonces 27 años. Era tercer secretario de la
embajada. Hoy está en la Cancillería y recién llegó a primer secretario, 12
años más tarde. La única prueba que dan respecto de la presencia de Rabbani
en esa reunión es que había salido de Argentina y estaba en Irán. ¿Qué clase
de prueba es ésa?
–Asombrosamente, todos los embajadores del Cono Sur habían abandonado sus
países en el momento del atentado. El de Buenos Aires se fue a Irán el 30 de
junio de 1994 y los de Uruguay y Chile el 17 de julio. La idea es que
querían probar que no tenían nada que ver.
–Con leer los diarios iraníes es suficiente. Se publicó en ese momento y
sucede así siempre, que cada año se hace una reunión de embajadores de Irán
en todo el mundo. Es para intercambiar opiniones y recibir instrucciones.
Por favor, verifique que en ese momento también el embajador de Irán en
México y Nicaragua viajaron a Irán. ¿Ellos también querían disimular que
tenían algo que ver con el atentado? Es ridículo. Se lo pongo de otra
manera: ¿usted cree que vamos a ser tan estúpidos de sacar a todos los
embajadores si hubiéramos estado detrás del atentado? La lógica era
disimular, mostrar normalidad. Es un argumento que se cae solo.
–Rabbani, el agregado cultural, fue visto en la avenida Juan B. Justo
preguntando por el precio de una Trafic como la que estalló en la AMIA.
–Mire la contradicción. Por un lado, Rabbani es de tanta importancia que
participa de una cumbre del máximo nivel del gobierno iraní. Por el otro
lado, es de tan bajo nivel que lo mandamos a pedir precio de una camioneta
para hacer el atentado. No es creíble. Rabbani vivía en la avenida Juan B.
Justo, era lógico que anduviera por allí, y no veo cuál sería el problema de
pedir precio de una camioneta. Además, fue con su aspecto normal, con barba,
sin el menor gramo de clandestinidad. Lo último que le digo sobre esto:
Rabbani estuvo en la Argentina hasta 1998, cuatro años después del atentado.
¿Le parece el comportamiento de un terrorista que no quiere correr ningún
riesgo de que lo atrapen?
–Dicen los fiscales que en las semanas previas hubo un aumento en la llegada
a la Argentina de correos diplomáticos.
–¿Usted cree que las embajadas utilizan correos diplomáticos para cuestiones
confidenciales? Es no saber nada de cómo funcionan las cosas. Siempre hay
dos canales: uno oficial y uno confidencial. Nos dicen que supuestamente
vinieron más diplomáticos de Irán. ¿Nos estábamos preparando para una pelea
callejera que se necesitaba más gente traída en forma oficial? Es una
locura.
–Otro planteo es que ustedes designaron a Rabbani agregado cultural tres
meses antes del atentado para darle inmunidad diplomática.
–La cultura era el trabajo de Rabbani desde hacía años. En ese momento se
tenía que elegir un agregado cultural y, como Rabbani era un religioso,
llenaba todos los requisitos. Por eso fue designado. Si Irán planeaba el
atentado habría hecho lo contrario, no designarlo, hacerlo pasar
desapercibido. Le insisto con otra cuestión: si él organizó el atentado,
¿por qué no se fue unos días antes para disimular?
–El llamado Testigo A, un iraní que vivía en la Argentina, declara que un
colombiano convertido al Islam, Samuel El Reda, fue el coordinador
operativo. Estaba casado con una secretaria de Rabbani. ¿Qué respondería?
–¿Quién es ese testigo A? ¿Qué dice? ¿Qué pruebas aporta? No sabemos nada. Es la palabra de una persona, nada más. Rabbani nunca tuvo una secretaria mujer. Era un religioso. Sus secretarios fueron hombres.
–Tres días antes del atentado se estacionó la Trafic en el Jet Parking. A la
hora en que se terminó de dejar allí, hubo una comunicación de 26 segundos
desde esa zona del celular de Rabbani a la mezquita Al Tahuid. La sospecha
es que Rabbani estaba supervisando la operación.
–Me pregunto qué estaba supervisando. ¿El estacionamiento de una camioneta?
¿Y llamó a la mezquita desde su propio celular? ¿Tan burdas pudieron ser las
cosas? Tiene toda la lógica que ese día o cualquier otro haya llamado porque
él era el Sheik de la mezquita. Supuestamente ¿a quién le dijo que estaba
todo bien? Si era él el máximo jefe de la mezquita. Mire, el problema es que
primero se fijó la culpabilidad de Irán y después cualquier cosa se intentó
acomodar como prueba. La verdad no les importó.
–Si ése es el caso, ¿por qué no colaboran con la Justicia?
–Por tres razones. La primera, no se nos puede acusar y después pedirnos
pruebas. Segundo: el gobierno del Líbano, reconocido en todo el mundo,
entregó un escrito explicando que el hombre que los fiscales dicen que fue
el suicida, Ibrahim Berro, murió allá, en el Líbano, no en la AMIA. Y murió
meses después. ¿Dijeron algo de eso? Tercero: el gobierno de Irán no se
sienta como acusado delante de un fiscal parcial. Y con el último dictamen
tenemos todavía más dudas sobre ese fiscal, Nisman.
–¿Qué otro elemento expondría para rechazar la acusación?
–Lo que ocurrió en Londres fue muy claro. El ex embajador Hadi Soleimanpour
fue detenido allí mientras estaba estudiando Medio Ambiente y Turismo. ¿Le
parece que un supuesto terrorista va a Londres a obtener un doctorado sobre
eso? Como las acusaciones del juez Galeano eran muy graves, lo metieron en
una prisión de máxima seguridad durante 24 días. Desde Buenos Aires mandaron
seis mil páginas de supuestas pruebas. Yo, que seguí ese proceso, le aseguro
que el juez lo habría extraditado a la Argentina con una sola prueba. Pero
no lo hizo. El juez evaluó los elementos, también el Ministerio del Interior
británico, que incluso designó dos especialistas. ¿Sabe cuál fue la
conclusión? Que no había elementos ni para iniciar un debate judicial. El
Ministerio del Interior pidió disculpas y pagó, escuche bien, 270.000 libras
por los perjuicios causados. Y ahora vuelven a pedir la captura de
Soleimanpour.
–Los fiscales señalan que el atentado se produjo porque Carlos Menem
incumplió compromisos sobre tecnología atómica. ¿Existió ese compromiso?
–Sí, existió. Pero también otros países tenían acuerdos con nosotros de
provisión de tecnología nuclear. Por ejemplo, Francia. Sin embargo, Estados
Unidos presionó, presionó y esos acuerdos se cayeron. Nosotros no atacamos
en ningún lugar, no hubo atentados en ningún lugar.
–¿Los acuerdos los hizo Menem para recaudar fondos para su campaña electoral
o cuando ya era presidente?
–No lo sé. Sí sé que los acuerdos existieron.
–¿No hay chances de que ustedes colaboren con la Justicia argentina?
–Mire, ahora hay órdenes de captura de por medio. Nosotros queríamos un
proceso bilateral y entregar los documentos que demuestran que no estamos
involucrados para nada en el atentado de la AMIA.
–¿Puede haber diálogo aun con las órdenes de captura de por medio?
–Sí, con el gobierno argentino, pero también con el juez. Le hemos pedido, a
través de la Cancillería, una reunión al juez. Y queremos exhibir nuestras
evidencias.
–¿Irán tiene un diagnóstico sobre quién cometió el atentado?
–No, no tenemos una conclusión categórica. Sí sabemos que entre 1992 y 1995
hubo una oleada de atentados contra Estados Unidos e Israel en varias partes
del mundo. En Nueva York, el primer atentado contra las Torres Gemelas y
otro atentado más. Pero también en Londres y poco después en Kenia y
Tanzania. Suponemos que detrás de esa cadena estuvieron los mismos autores.
Pero fíjese que ni Estados Unidos nos acusó de esos atentados.
–Se habla de Hezbolá, la organización libanesa que ustedes apadrinan.
–Mire, Hezbolá no necesita padrinos. Son dirigentes políticos de alto nivel,
muy inteligentes. Hezbolá no tenía ninguna actuación internacional ni
capacidad para actuar en otros países. Siempre actuó en el Líbano y la
frontera con Israel. Hoy son una organización más poderosa, pero ni ahora
tienen capacidad para operaciones fuera de Medio Oriente.
“Tenemos muchas pruebas”. El fiscal Alberto Nisman fue el protagonista de la
acusación contra Irán. Raúl Kollmann le formula las mismas preguntas básicas
sobre la medida que a la Embajada de Irán.
–Ustedes dicen que el atentado se resolvió en una reunión del Comité de
Asuntos Especiales realizada en la ciudad de Mashad en agosto de 1993. ¿No
es una prueba débil que la información provenga de opositores a Teherán que
ni siquiera estaban allá en esa época?
–Es una prueba consistente, en la medida en que la existencia de esa reunión
es referida por distintas personas que ocuparon altos puestos de gobierno
incluso durante el período revolucionario, es decir posterior al Sha, como
el ex presidente Bani Sadr y el testigo Mesbahi, cofundador del servicio de
inteligencia iraní. También habla de la reunión un ex miembro del servicio
exterior de Khomeini, Alí Ahmadi, entre otros. Se trata de sujetos que
conocían de primera mano el mecanismo que utilizaba el régimen para la
ejecución de operaciones criminales en el extranjero. Las personas que
hablan de aquel cónclave pertenecen a organizaciones que tienen una
ideología totalmente opuesta, como los Mujaidines del Pueblo y la agrupación
Bandera de la Libertad. Pese a ello, la versión que estas personas dan de
los hechos es en líneas generales totalmente coincidente. Jurídicamente esto
es muy importante a la hora de darle crédito a la versión. Finalmente, no
puede pasarse por alto que el mecanismo de toma de decisión que ellos
relatan ha sido también acreditado por el tribunal alemán en el caso Mykonos.
También en los casos Radjavi y Bahktiar, las autoridades judiciales suizas y
francesas, respectivamente, dieron por probada la participación de altos
funcionarios iraníes en esos asesinatos.
–Según el escrito el agregado cultural y el tercer secretario de la embajada
estuvieron en esa reunión. ¿Es prueba suficiente que no hayan estado en la
Argentina para imputarles estar en semejante cónclave?
–La prueba fundamental de que Rabbani y Asghari fueron a la reunión son los
dichos del testigo C, cuyo testimonio ha sido calificado como muy creíble
tanto por la Justicia alemana como por el TOF 3 de esta ciudad. Cuando vamos
a los registros migratorios comprobamos que efectivamente para esa época los
dos habían salido del país. Y a eso hay que sumarle el resto de las pruebas
que vinculan a estos personajes con el atentado, como la cuenta que abrió
Rabbani al llegar de ese viaje, y cuya evaluación en conjunto nos permite
llegar a esa conclusión.
–Todos los embajadores del Cono Sur habían abandonado sus países en el
momento del atentado. El de Buenos Aires se fue a Irán el 30 de junio de
1994 y los de Uruguay y Chile el 17 de julio. La idea es que querían probar
que no tenían nada que ver ¿no es una prueba débil? ¿No hubieran hecho lo
contrario, disimular actuando con normalidad?
–Es un error examinar fragmentariamente la evidencia, pretendiendo ver en
cada hecho aislado una prueba completa y autosuficiente de la
responsabilidad iraní en el atentado. En la reconstrucción histórica de un
hecho de terrorismo, para llegar a un grado de conocimiento razonable, hay
que atender a la totalidad de los indicios y valorarlos en su conjunto. Si
usted se refiere sólo al episodio de la partida de los embajadores,
probablemente eso en sí mismo no le diga demasiado. Ahora bien, si a eso le
suma que poco antes del atentado la diplomacia iraní mandó a la Argentina a
un montón de correos diplomáticos, sin que se sepa para qué ni por qué
vinieron; que esos correos eran personas vinculadas al espionaje iraní; que
cuatro meses antes del atentado el gobierno de Irán le dio cobertura
diplomática a Rabbani, pese a que estaba en la Argentina desde 1983, y que
Asghari, que tenía pasaje sacado para irse de la Argentina en octubre de
1994, es sorpresivamente retirado del servicio diez días antes de la
explosión; pareciera que la cosa cambia un poco, ¿no es cierto?
–Siguiendo el razonamiento, ¿por qué no se fue Rabbani del país? Se quedó
cuatro años más en la Argentina. Recién se fue en 1998.
–Nuestra hipótesis es que permaneció en el país para hacer un seguimiento de cómo se iban desarrollando los acontecimientos en la Argentina. Los iraníes son bastante escrupulosos. En el caso Mykonos el ministro de Inteligencia iraní quiso interceder para que no se involucre a ciudadanos de ese país en la pesquisa. Tenemos pruebas de que Rabbani elevaba detallados informes a sus superiores en Teherán de todo lo que iba pasando en el país. Además, era el vocero oficial de los iraníes para tratar de despegar a su país del hecho; iba a la televisión, hablaba en las radios, daba reportajes. La inmunidad diplomática le permitía esa delicadísima tarea sin riesgo a ser arrestado.
–Rabbani fue visto en la Juan B. Justo preguntando el precio de una Trafic.
¿Le parece una prueba sólida? ¿El jefe de la operación, con barba y
turbante, preguntando por una camioneta para hacer un atentado?
–¿A usted no le parece sólido que alguien que jamás disimuló su apego al
Islam más radical, su apoyo explícito al Hezbolá y su odio al pueblo judío,
haya estado buscando el mismo tipo de camioneta que meses después se usaría
para volar la AMIA? ¿Es esto una desafortunada casualidad? ¿Y qué hay de las
explicaciones contradictorias que dio el propio Rabbani queriendo justificar
esa búsqueda? Además, ¿qué importa la barba y el turbante, si después se
contaría con la protección de la inmunidad? ¿Es otra casualidad que justo
antes del atentado este mismo personaje haya recibido de afuera 150 mil
dólares, de los cuales poco más de 90 mil fueron gastados antes de la
explosión, y cerca de 40 mil en los dos meses siguientes? ¿Es también
casualidad que a su gobierno se le haya ocurrido darle inmunidad diplomática
justo cuatro meses antes del atentado, pese a que hacía más de diez años que
estaba destinado en el país? ¿Es casualidad que menos de un mes antes del
atentado se le haya ocurrido adquirir un celular? ¿Es casualidad que ese
mismo celular haya sido el que operó en el lugar en el que fue estacionado
el coche bomba, ese mismo día, menos de veinte minutos después de finalizada
la maniobra, llamando a su mezquita? ¿O que, menos de una hora después y
desde un locutorio cercano a la mezquita se llamara al celular de Foz de
Iguazú que usó el coordinador del grupo operativo?
–¿Por qué sería una prueba que en los meses previos al atentado se
incrementaron los correos diplomáticos?
–La utilización de los correos diplomáticos era uno de los métodos más
seguros para intercambiar información y/o material sensible sin riesgo a ser
detectados. Aquí tiene otra “casualidad” más: justo 45 días antes del hecho
entran a la Argentina un montón de correos diplomáticos, todos ellos
vinculados de alguna manera al aparato de inteligencia iraní. Nuestra
Cancillería hizo saber que no había ninguna razón oficial que justificara
semejante flujo. El propio subdirector de la Oficina de Ceremonial de esa
época calificó ese movimiento de correos como “sensiblemente notable”.
–Usted afirma que el modelo fue el ataque al café Mykonos de Berlín. Allí no
actuó como asesino nadie de la embajada iraní. Usted concluye que eso lo
corrigieron en Buenos Aires para tener inmunidad. ¿No le parece que es
acomodar las pruebas a lo que le conviene a su acusación?
–El dictamen no dice eso. Aquí tampoco actuó como asesino alguien de la
embajada. Lo que nosotros sostenemos es que la diplomacia iraní cumplió
funciones logísticas y de aporte de medios y de información sensible. Fue el
Hezbolá libanés que se encargó de la ejecución material del atentado. Cuando
decimos que la inteligencia iraní aprendió de sus errores nos referimos a
Darabi, que era algo así como el Rabbani de Alemania, y que justamente por
carecer de inmunidad fue condenado a cadena perpetua por los asesinatos en
Mykonos.
–El Líbano negó que Ibrahim Berro fuera el suicida. Los hermanos también lo
niegan. Ustedes no pudieron avanzar con la prueba de ADN.
–Una prueba que comenzó como indicio de inteligencia se fue robusteciendo y
adquirió carácter de prueba judicial. Viajamos a entrevistar a los hermanos
Berro en Estados Unidos para que nos aportaran datos circunstanciales
necesarios para terminar de corroborar nuestra hipótesis. Nunca pretendimos
que nos dijeran “sí, fue él”, ni podían saberlo. Fíjese que si bien el
estado de contaminación de las muestras ha impedido hacer un estudio de ADN,
se cuenta con otras evidencias independientes. Una de esas pruebas es,
precisamente, la declaración de los hermanos. Es bueno aclarar que no fue el
Líbano, como dice usted, sino Hezbolá el que negó que Berro fuera el
suicida, lo que no nos sorprende. Los hermanos de Berro tampoco sabían que
otro de sus hermanos, el jeque Assad, era miembro del Hezbolá, se enteraron
cuando Assad se inmoló en una operación suicida contra un convoy israelí. Es
lógico: se trata de cuestiones que son mantenidas en secreto hasta para los
familiares. Si los hermanos ni sabían que Ibrahim militaba en Hezbolá, menos
iban a saber que se inmolaría en el atentado. El líder de Hezbolá en
persona, Hassan Nasrallah, dijo públicamente en el funeral del padre de los
Berro que le agradecía por haber entregado a la causa dos “suicidas”. Otra
cosa: el cadáver de Ibrahim Berro nunca apareció y a su funeral, que
obviamente se hizo sin el cuerpo, asistieron las máximas autoridades de
Hezbolá. Uno de los hermanos, Abbas, nos refirió desde cuándo Ibrahim se
había ausentado de la casa, y las fechas coinciden con las del atentado.
Hezbolá dice que Berro murió en una operación militar en el Líbano, pero en
esa acción sólo hubo dos bajas israelíes, no murió ningún libanés. Otra
cosa: la testigo que le pudo ver la cara al conductor de la Trafic, cuando
les mostramos varias fotos sin decirle de quién era cada una terminó por
señalar la de Berro. A todo esto hay que añadir la declaración de un
arrepentido de Hezbolá en un país vecino, señalando a Berro como el suicida,
y las llamadas realizadas los días 12 y 21 de julio de 1994 desde la
Husseinia de Foz de Iguazú hacia el Líbano, a un abonado a nombre de una
persona de apellido Berro, únicas llamadas registradas a ese abonado en todo
el año ’94. Son muchas pruebas.
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