Soros es sin duda uno de los personajes más interesantes
de las últimas décadas, que también ha tenido vinculaciones con nuestro
país. SanCor es una empresa argentina emblemática, para usar una palabra de
moda. Y los tres mosqueteros del título son… muy conocidos. Pero aunque el
artículo de Marcelo Z. tiene información valiosa y por eso me sentí obligado
a reproducirlo aquí, sigo pensando que el tema estratégico está implícito en
la nota periodística de Preciado Patiño, que subí con el título
“La culpa no la tiene Soros, sino quien le da de comer…”
Esa nota describe los problemas que la política de contención de la
inflación sin tomar en cuenta las circunstancias de la producción provoca a
muchas empresas agropecuarias. Y pone sobre el tapete la pregunta clave
¿Cómo se construye o se apoya a un empresariado nacional? En realidad,
Marcelo Z. también insinúa algo sobre los mecanismos que se utilizan
Marcelo Zlotogwiazda
SanCor tiene una pesada deuda, más de 150 millones de dólares, que debe
ser reciclada. La anunciada venta de SanCor a una empresa que tiene a George
Soros como uno de sus socios principales no es una historia terminada. El
trío conformado por Enrique Eskenazi, Hugo Sigman y Eduardo Eurnekian está
decidido a librar batalla, confiado en que están en condiciones de superar
la propuesta de sus competidores y convencidos de que pueden resquebrajar el
frente interno de la cooperativa láctea. La contraofensiva que este segundo
grupo lanzó días atrás cuenta con vía libre desde las más altas autoridades
del gobierno nacional y con aliados dentro de SanCor.
Asfixiada por fuertes pérdidas y una deuda que supera largamente los 150
millones de dólares, la asamblea de la cooperativa SanCor mandató al consejo
de administración para buscar un socio que aportara capital, tarea que le
fue encomendada a la firma Capital Markets. El pasado 10 de noviembre se
informó públicamente la firma de una carta de intención con Adecoagro, una
sociedad que integra el financista húngaro-estadounidense George Soros, la
firma Halderman Farm Management Services, el fondo HBK y capitalistas
locales en porcentajes minoritarios. La oferta elegida consiste en un aporte
de 50 millones de dólares para capital de trabajo, más otros 70 millones más
para refinanciar pasivos, a cambio de tomar el control del 62,5 por ciento
de la nueva sociedad. Es decir, dejando a SanCor con el 37,5 por ciento.
Ante numerosas voces que se levantaron de inmediato para criticar la
extranjerización de la cooperativa, desde la conducción de SanCor deslizaron
que no hubo empresas nacionales interesadas en el negocio, y en una segunda
reacción dieron a entender que las propuestas que hubo no se habían
presentado en tiempo y forma. Recién el viernes pasado, luego de que Enrique
Eskenazi desmintiera lo anterior, SanCor reconoció a través de un comunicado
que “la propuesta de Adecoagro supera a las otras recibidas”.
El banquero y constructor Eskenazi, cabeza del grupo Petersen, afirmó el
miércoles en Santa Fe que “nuestra oferta es muy parecida a la del grupo
Soros”. Según pudo precisar Página/12, la propuesta que lleva las firmas de
Eskenazi y de Eduardo Eurnekian consta de un aporte de 60 millones de
dólares para capital de trabajo (10 millones más que la otra), el compromiso
de refinanciación de la deuda de SanCor en base a alternativas que no
detalla y una participación de la cooperativa en la nueva sociedad con un
porcentaje “mínimo del 25 por ciento”, con la opción para SanCor de
recomprar a un precio a convenir hasta alcanzar una participación accionaria
que no supere el 49 por ciento.
La conducción de SanCor sostiene que la propuesta de Adecoagro resultó
preferida por la valoración que se hizo de su “alcance global”, que
contempla, entre otras cosas, “la utilización a pleno de la capacidad
instalada y el mantenimiento y crecimiento del empleo”. Pero una fuente de
la conducción que preside Oscar Carreras explicó a este diario que un ítem
clave resultó que el 37,5 por ciento que conserva SanCor en la asociación
con Adecoagro supera al 25 por ciento que propone el grupo Eskenazi-Sigman-Eurnekian.
Cuando se le preguntó por qué comparaba 37,5 con 25, siendo que la otra
oferta menciona un mínimo de 25 por ciento y la opción de recomprar hasta
49, la fuente dijo desconocer esos datos.
“Lo inconcebible y sospechoso es que, dada la manera en que presentamos la
oferta, Capital Partners no nos haya ni siquiera convocado a negociar a ver
qué estamos dispuestos a ofrecer. Me llama mucho la atención, porque si nos
hubiesen citado se habría armado una pulseada y seguramente de eso hubiera
surgido un mejor resultado para SanCor”, se quejó Hugo Sigman ante una
consulta de este diario. Sigman no firmó la presentación junto con Eskenazi
y Eurnekian porque decidió sumarse al grupo oferente más tarde con un
porcentaje similar al de Eskenazi. Sigman es un jugador fuerte en el negocio
farmacéutico local e internacional, empresario editorial y cinematográfico
(la producción más reciente es Crónica de una fuga, de Adrián Caetano), y
con inversiones agropecuarias y forestales.
– ¿Están dispuestos a mejorar la oferta de Adecoagro?
– Nuestra propuesta es muy buena y estamos dispuestos a hacer todo lo
razonable para convertirnos en socios de SanCor, afirma.
La decisión de salir a dar pelea fue tomada luego de comprobar que el
Gobierno no tiene preferencia por Adecoagro. Las dudas surgieron a raíz de
los contactos que Julio De Vido hizo con el hijo de George Soros en Estados
Unidos. Fue durante la visita de una comitiva presidencial a Estados Unidos
en septiembre pasado, durante la cual el ministro de Planificación anunció
inversiones de Adecoagro en una planta de bioetanol en Venado Tuerto. La
averiguación corrió por cuenta de Enrique Eskenazi, uno de los empresarios
de mayor llegada al presidente Kirchner a partir de su presencia en Santa
Cruz como dueño del banco provincial, a lo que luego sumó la propiedad de
los bancos San Juan, Entre Ríos y Santa Fe. “Si creen que pueden ganar,
vayan para adelante”, escuchó Eskenazi en un despacho clave de la Casa
Rosada.
La pelea en la que se metieron no es nada sencilla. Antes que nada porque
comenzaron en desventaja, ya que su contrincante firmó una carta de
intención con SanCor y ya está realizando lo que se conoce como due
dilligence, el proceso de auditoría de la situación de la empresa láctea.
Una de las apuestas es convencer a la mayoría de los delegados a la asamblea
que al final debe aprobar el acuerdo definitivo de la inconveniencia de
asociarse en minoría con un grupo extranjero que además está constituido por
fondos de inversión. “Para SanCor y para el país es mejor que el socio sea
un grupo de empresas nacionales que un fondo de inversión, que por esencia
no tiene visión de largo plazo sino el objetivo de revender un activo luego
de valorizarlo”, argumenta Sigman.
La pelea también es difícil por la envergadura del rival. Desde su
nacimiento hace cuatro años con la compra del negocio agropecuario de Pérez
Companc, hasta la más reciente compra de Pilagá al tradicional grupo
terrateniente Bracht, Adecoagro ha sumado más de 200.000 hectáreas en la
Argentina, que sumadas a las de Brasil y Uruguay totalizan cerca de 350.000,
dedicadas a la actividad lechera, arrocera, cafetera, azucarera y a la
bioenergía. Es verdad que entre sus socios figura con una parte importante
un fondo de inversión de George Soros, y otro denominado HBK, pero también
es cierto que Halderman Farm Management Services es una tradicional compañía
de administración de negocios y propiedades agropecuarias con sede central
en Wabash, una ciudad ubicada en el estado de Indiana, que fue la primera en
el mundo con instalación de luz eléctrica. Fundada en 1930, pocos años antes
que SanCor, en septiembre de 2002 se “embarcó en una nueva aventura en
agricultura, realizando la primera operación en Sudamérica”, según relatan
en su sitio oficial de Internet. Entre otros atractivos, vinieron por los
“muy bajos impuestos a la tierra” y por los precios extraordinariamente
devaluados por la peor crisis económica de la historia. Hasta ahora la
“aventura” fue muy redituable y pretenden repetir con SanCor, si es que el
trío Eskenazi-Sigman-Eurnekian no se sale con la suya.
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