“El hijo de Reco” no es una página religiosa. Sí es una
página que toma la religión en serio, como parte de la realidad humana y,
según apunta este siglo XXI – en común con la mayoría de los siglos del
registro histórico – como parte de la realidad de las naciones. Mucho menos
es una página clerical. El documento del Episcopado argentino que aquí
aparece puede encontrarse en muchos sitios orgánicamente vinculados a la
Iglesia. Sin embargo, me parece importante reproducirlo. Es corto y jugoso y
es un documento político.
Así es, Su Eminencia, Monseñores: aunque se sientan un poco incómodos (con
la imagen, no con la realidad) Uds. están haciendo un planteo político
clave. Inmediatamente después de una elección que la sociedad – y Uds. –
vivieron como un triunfo de la Iglesia (pues aunque los evangélicos y las
víctimas de la violencia impune aportaron muchos votos, fue necesario que un
obispo encabezara la lista), se pronuncian oficialmente con un llamado al
diálogo, sin exclusiones ni exigencias previas. Y en el párrafo más
terrenal, afirman lo que cualquiera – desde cualquier identidad religiosa o
filosófica, desde cualquier posición política – puede acompañar: “A pesar de
los logros que, con el esfuerzo de muchos argentinos, hemos obtenido en
estos últimos años, los niveles de pobreza, exclusión social e inequidad son
todavía altos”. Gracias.
Con ocasión de nuestra Asamblea Plenaria los Obispos nos dirigimos a los
fieles cristianos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, con el
deseo de compartir algunas reflexiones que nos ayuden a fortalecer nuestra
esperanza y a recorrer todos juntos, gobernantes y ciudadanos, el camino de
la construcción del Bien Común, ámbito necesario para el desarrollo de la
dignidad de la persona humana y fundamento de la equidad en el crecimiento
de la sociedad.
El Bien Común es el conjunto de condiciones de la vida social que hacen
posible a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la
propia perfección. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia nos
recuerda que el Bien Común no consiste en la simple suma de los bienes
particulares de cada sujeto del cuerpo social, y que la persona sola no
puede encontrar realización en sí misma, prescindiendo de su ser «con» y
«para» los demás. Por ello se hace necesario un amplio y sincero diálogo de
toda la sociedad.
El diálogo es el gran instrumento de construcción y consolidación de la
democracia. Los cristianos encontramos su fundamento en la Encarnación del
Hijo de Dios que tomó, Él mismo, la iniciativa de hacerse como nosotros para
venir a salvarnos. El compromiso de la Iglesia con el diálogo nace de la fe
en Jesucristo y en la verdad del Evangelio. Esto nos obliga a priorizarlo en
todos los órdenes de nuestra convivencia. Disposición que nos compromete en
primer lugar a nosotros mismos como testigos de la fe que predicamos.
Fortaleciendo el diálogo podremos superar la excesiva fragmentación que
debilita a nuestra sociedad y nos dispondremos a encontrar los consensos
necesarios que nos ayuden a reafirmar nuestra identidad y crecer en la
amistad social.
Este camino, unido a un verdadero espíritu de reconciliación que nace de la
verdad, se afirma en la justicia y se plenifica en el amor, es el que nos
permitirá consolidar las instituciones de la Nación.
A pesar de los logros que, con el esfuerzo de muchos argentinos, hemos
obtenido en estos últimos años, los niveles de pobreza, exclusión social e
inequidad son todavía altos. Por lo tanto, es necesario que, viviendo con
más austeridad nos preocupemos mucho más de los pobres y nos comprometamos
con espíritu solidario a acrecentar la riqueza del país y a distribuirla con
mayor equidad.
En el marco pastoral de nuestra Asamblea los invitamos a ejercer un mayor
protagonismo en la construcción de la sociedad civil, que nos permita
convertirnos en activos ciudadanos y asumir nuestra personal responsabilidad
en la concreción de ese conjunto de condiciones que llamamos "Bien Común".
Renovamos nuestra vocación de servicio a nuestros hermanos y al bien del
país que encomendamos a la Virgen de Luján que siempre nos acompañó a lo
largo de nuestra historia.
92ª Asamblea Plenaria
Pilar, 10 de noviembre de 2006
[ Portada ]