Los liderazgos que vienen

Abel Fernández
 

Un aspecto en el que me parece que vale la pena reflexionar detenidamente es sobre la naturaleza de Hezbollah (la grafía que prefiero): En los medios podemos enterarnos que es una fuerza clerical, estrechamente ligada a Irán, con una organización militar y política a la vez (tiene representantes en el gobierno del Líbano), que lidera a aproximadamente un millón de libaneses chíitas. Aún en los periódicos norteamericanos se reconoce que, a diferencia de Al Qaeda, Hezbollah actúa abiertamente y tiene raíces en la población que defiende. Occidente no puede ignorar, ni aceptar, que se niega a negociar con Israel y llama a la destrucción del Estado judío. También, se percibe que – a diferencia de los extremismos sunnitas - tiende a ser más tolerante con otras creencias y menos exigente en el uso del velo y otras costumbres islámicas.

Lo que todavía no se ve con igual claridad es que el modelo de partido que plantea (uno que combina participar en elecciones y remplazar al Estado con sus amplios servicios sociales, a la par que mantiene milicias muy bien armadas) ha sido copiado por el Hamas sunnita, cuyo principal apoyo financiero tiene fuentes sauditas. También tiene muchos puntos de similitud con el Laskhar-e-Tayyaba, el partido fundamentalista pakistaní al que India acusa de haber instigado tantas muertes en Cachemira y que – hasta los atentados del 11/9 - había sido un partido legal cuyas cajas pro-fondos estaban en la mayoría de los bazares en Islamabad. Parecería (algún día me gustaría contar con tiempo para escribir sobre esto) que se está desarrollando en el mundo musulmán – luego de los liderazgos carismáticos, militares y básicamente laicos de los Ataturk, Nasser, Arafat y Hussein - un nuevo sistema de construcción de poder, con rasgos estructurales que los asemejan a los viejos partidos comunistas occidentales pero con identidad e ideología islámica.

 

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