Un viejo amigo, Néstor Ortiz, me hizo llegar el borrador de esta
declaración, que redactaron León Rozitchner, Elsa Drucaroff, y Alejandro
Horowicz. Hoy ya se ha convertido en la expresión de un grupo muy numeroso y
significativo de intelectuales, artistas, educadores y personas decentes.
Muchos de ellos son judíos; casi todos se consideran a sí mismos de
izquierda, o progresistas. Es una manifestación de la pérdida de legitimidad
que paga Israel por lo que está haciendo en el Líbano y en Gaza, y que
Gerardo González y yo coincidíamos hace pocos días en que será un precio
importante en largo plazo. Bibiana del Bruto me hizo llegar este link para
el que quiera firmarla:
http://www.noalgenocidio.blogspot.com/
Comparto mucho de lo que dicen y respeto su sinceridad, pero temo - ojalá me
equivoque - que ya no hay espacio para las buenas deseos de los espectadores
bien intencionados. Dos nacionalismos y dos identidades culturales se están
enfrentando, y son los guerreros, los que continuarán con el combate, los
únicos que tendrán legitimidad para hacer la paz.
“No hace tanto tiempo, las palabras judío y oprimido se cruzaban con alguna
adecuación. Era la época en que Albert Memmi y su categoría de colonizado
gozaban de inusitado prestigio, en que Jean Paul Sartre promovía el diálogo
entre la izquierda árabe y la israelí, en que la paz en Medio Oriente se
vinculaba al avance de las fuerzas progresistas y revolucionarias del mundo
entero. Entonces, resultaba exigible que el nacionalismo palestino aceptara
el derecho a la existencia del Estado de Israel, y que el sionismo admitiera
que el Estado Palestino formaba parte de la agenda del realismo político. En
contra de los cálculos de muchos, ambas cosas casi sucedieron: Yasser
Arafat, en nombre del pueblo palestino, y Itzjak Rabin, como representante
del gobierno israelí, iniciaron las tratativas que debían desembocar en la
autonomía nacional palestina ( Estado Nacional Independiente) y en la
normalización de las relaciones del Estado de Israel con todos sus vecinos
árabes.
La paz parecía ganar cuerpo y espacio, la reacción de ambos campos
retrocedía, al menos, en la legitimidad de la batalla discursiva. Pero Rabin
fue asesinado por un complot teológico – fascista, primero, y los
responsables del crimen ganaron las elecciones nacionales, después. A tal
punto la sociedad israelí giró a derecha, que el agente que apretó el
gatillo es una suerte de héroe popular que recibe en la cárcel cientos de
cartas semanales de aliento y respaldo. La autonomía palestina no solo no
avanzó hasta concretar un estado independiente, sino que tras la muerte de
Arafat la política oficial del gobierno israelí propone explícitamente
destruir el pueblo palestino con el simple argumento de combatir y vencer
terroristas. Es una acusación tradicional: la hicieron los nazis contra la
resistencia francesa, la repitió la culta Francia contra el pueblo argelino,
insistió e insiste el gobierno norteamericano en Vietnam, Afganistán, Irán;
la esgrimió en múltiples oportunidades el gobierno israelí en los
territorios ilegalmente ocupados.
La masacre actual excede todo lo conocido. No son los datos con su
abrumadora evidencia los que horripilan, sino la repetición en medio del
silencio cómplice del mundo llamado civilizado. Es preciso detenerla para
que judío y masacrador no se vuelven sinónimos. Para que el carrousel de la
muerte no añada gratuita barbarie sobre inenarrable dolor.
Los abajo firmantes exigimos la inmediata detención de los asesinatos
militares, la apertura de negociaciones bajo control internacional para
asegurar hoy mas que nunca el legitimo derecho de ambos pueblos a vivir en
paz bajo sus respectivos gobiernos democráticamente determinados.
Es preciso que las fuerzas democráticas, populares y progresistas del mundo
entero hagan saber que más tarde o más temprano los crímenes contra la
humanidad no quedarán impunes, que la victoria militar sobre el pueblo
palestino tiene un nombre inequívoco: genocidio, y que las masacres solo
abren el curso de nuevas masacres. La única garantía para la seguridad de
todos es la paz, las demás no solo son ilusorias, sino que han mostrado a lo
largo de mas de medio siglo su sanguinolenta estela.”
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