El tema de la educación, por más que se ha convertido en un lugar común de los discursos políticos – casi un equivalente laico del Ora pro nobis – sigue despertando apasionamiento entre nosotros (¡Gracias a Dios!). Cristina Camacho es quien ahora escribe para exhortarnos a que nos involucremos. Tiene razón: es un tema demasiado importante para dejárselo a los “expertos”
Estimados,
Yo también me indigné cuando vi la cartilla de difusión para el debate sobre
la ley, de los lugares comunes de los ejes, de ver a los mismos personajes
que actuaron en la Ley Federal de Educación, y de muchas otras cosas más que
son del pasado. Por encima de todo esto creo que más importante es
aprovechar la oportunidad para dialogar entre nosotros.
Entiendo que hablar de educación es muy caro a la conciencia y sentir
argentinos, pero vislumbro por parte del editorialista de Clarín la vieja
manía - especialmente mediática - de crítica por las antípodas, que no es
malo, sino cansador, y lo es principalmente porque creo que la propuesta de
reflexionar sobre la educación - incluso aquellas cuestiones que parecen
abstractas - nos puede permitir hablar en serio sobre el sentido más
profundo que ella tiene. Si se hace con plata - incluso con mucha - pero no
se sabe hacia donde se va, no sirve de nada.
En el norte argentino suelen decir "lo que es antes es primero”. Abrevando
en esta sabiduría podríamos preguntarnos en términos educativos: ¿qué es
antes? Y así me surgen muchas preguntas: Educar para el trabajo? para la
vida? para ser mejores personas? para formar una comunidad unida y
solidaria? para reunirnos como nación ante la integración regional y
global?para...? para...? para... ? y esto puede disparar reflexiones
profundas acerca de las cosas que queremos que sucedan y que nos sucedan.
Debemos generar una reflexión que nos involucre, y eso solo podemos hacerlo
nosotros, porque esto es para nosotros mismos, para nuestros hijos, para
nuestras comunidades, para la profunda diversidad educativa que hoy tiene
la Argentina. Esto deberíamos verlo como una fortaleza y no como una
debilidad. Salir de una educación absolutamente descentralizada y
caóticamente vinculada nos puede permitir comparar alcances, ver
experiencias distintas, sacar conclusiones y cimentar un nuevo nacimiento,
no de una ley, sino de un nuevo paradigma educativo que pueda acompañar un
nuevo momento histórico político de la Argentina como nación y como pueblo.
Gracias,
Cristina Camacho
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