“La educación, en realidad, no le importa a ningún sector”

Hace algún tiempo escribí para el órgano del Foro para una Nueva Política Industrial un artículo sobre la situación económica y las tareas pendientes (En otro momento lo vuelco aquí). Un resultado positivo fue que motivó a mi amigo Miguel Angel Gallardo a enviarme un mail donde describe con dura lucidez la ausencia de una política del Estado para la educación, a diferencia de un discurso “educacional”. Miguel tiene la experiencia suficiente para darse cuenta que no es una falencia de este gobierno, o de la clase política, sino de toda la comunidad. Y, como peronista más ortodoxo que yo, tiene clara conciencia de la deuda que tenemos con nuestra propia historia.

 

Estimado Compañero: con el viejo esquema de nuestra formación de los sesenta corresponde señalar que en tus reflexiones parece que todo queda reducido a "los sindicatos, el empresariado nacional (que llamamos Pymes) y el Estado", como si la salida de la decadencia de la Argentina se simplifica con fórmulas sostenidas en esa vieja premisa.

Creo que esta etapa de indudable crecimiento económico está reflejando aún más lo letal que ha sido para la Nación la ausencia de políticas de Estado en materia de educación y esto comprende a todos los sectores sociales. La pauperización de la educación ha llegado al límite y esto es en todos los niveles e incluso en el sector privado. Son generaciones sin formación suficiente para enfrentar al mundo no ya del futuro sino del presente como es el desafío del conocimiento. Podemos elaborar las mejores líneas de créditos, fomentar pequeños y medianos emprendimientos, pero debemos asumir que nada de ello nos llevara al éxito sino no encaramos una transformación de nuestro sistema educativo y en esto la desidia e indiferencia de todos los sectores de la comunidad es manifiesta.

Cada uno en su ámbito de actividad ve reflejada esta triste situación, por ahora en la materia solo nos limitamos a discutir salarios. Creo que nuestro Peronismo, que generó históricamente una revolución educativa que durante 30 años permitió no sólo tener investigadores de relevancia internacional, sino los trabajadores con mayor aptitud y calidad laboral de América Latina y entre los mejores calificados en el mundo, que no fue producto de la casualidad. Por un lado reconozcamos el aporte de la escuela sarmientina y la vieja ley 1420 (es hora de hacerlo) y por otro tengamos presente aquellas escuelas fábricas y universidad obrera nacional que permitieron en conjunto integrar a todos los sectores sociales al conocimiento y generar aquella fabulosa fuerza del trabajo de los 50, 60 y hasta los 70.

Te reitero podrá no ser muy marketinera esta materia pero estoy convencido que es una prioridad a tener en cuenta en toda propuesta política y económica. El fenomenal desarrollo tecnológico nos exige imperiosamente definir una política educativa. De lo contrario estoy convencido nuestro futuro no será el que por siempre hemos luchado. Un abrazo peronista

MIGUEL
 

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