Después de lo de Evo


¿Porqué no pensamos en YPF?

Abel B. Fernández


Al pie de esta página hay un link al texto del decreto de nacionalización de los hidrocarburos que dictó el gobierno boliviano. Es un texto para leer, por los abogados que deben pensar en los juicios que pueden surgir, y por los que todavía recuerdan las viejas lecturas del Pepe Rosa, de Abelardo Ramos, las no tan viejas de Methol Ferré y los otros cronistas románticos de las luchas iberoamericanas.

Pero en la decisión de Evo Morales hay menos, y también bastante más, de lo que aparece en los titulares de los periódicos.

Bolivia no expulsa, como hizo México en el siglo pasado, a las compañías petroleras extranjeras. Simplemente, y nada menos, obliga a las compañías (Art. 2, inc. II) a entregar el combustible extraído a YPFB, para que ésta fije precios y lo comercialice. Abre explícitamente un período de negociación con las empresas, y les determina, mientras se conversa y no se acuerde otra cosa, una compensación del 18 % del valor actual (Art. 4, inc I). Lo que hace Bolivia, entonces, es apoderarse de la mayor parte de la renta gasífera.

¿Puede tener éxito en sus pretensiones? Con el petróleo cerca de los u$s. 70, y apuntando para arriba, la jugada es racional en términos económicos. Y si bien el precio del gas depende más que el “oro negro” de los costos de transporte, los mercados cercanos y necesitados de Brasil y Argentina garantizan su colocación.

Un mail de un amigo, anoche, me decía “Evo debe haber logrado fuentes de capital alternativo para la explotación”. Mi respuesta fue que no lo consideraba necesario. Creo que Petrobras y Repsol proporcionarán el capital. Y si no lo hicieran, cualquier conocedor del ámbito petrolero puede empezar a mencionar nombres de compañías y empresarios interesados en ocupar su lugar.

Por supuesto, es necesario tomar en cuenta el contexto político. Evo Morales decidió, por convicción, por razones de política interna, o por el problema emblemático de la producción de coca, hacerlo en el marco de recientes gestos hacia las irritantes – para USA – figuras de Chávez y Castro. Pero con el Tío Sam empantanado en Medio Oriente, puede esperar que no haya represalias directas.

De cualquier modo, queda planteada la pregunta del título. Kirchner, entre cuyos defectos no está la lentitud, debe estar analizando ya pros y contras. Es importante que lo hagamos los argentinos, suspendiendo por un momento los reflejos de viejas discusiones ideológicas y las especulaciones partidarias.

Argentina y Bolivia son muy distintos, y en particular en lo que se refiere a la disposición de combustibles. Nuestro país enfrenta, en un plazo no demasiado largo, el agotamiento de sus reservas conocidas. ¿Y por quién son conocidas? Bueno, por las empresas que las explotan.

El estado argentino obtiene ya una porción importante de la renta petrolera. Al mismo tiempo, las empresas gozan de privilegios significativos, de los cuales no es menor la libre disposición de sus utilidades en divisas. El hecho producido por Bolivia, si no se produce una catástrofe inmediata, favorece claramente la posición de poder del gobierno vis a vis las petroleras. ¿Porqué no aprovecharla?

Argentina no necesita hoy tanto aumentar sus beneficios por la explotación del petróleo – aunque no vendría mal – como recuperar el control de su explotación y exploración. ENARSA no tiene capitales, ni técnicos. YPF podría tenerlos. Seguramente, dado el estilo de este gobierno, el paso se daría en un marco de movilización mediática y apuntando al beneficio electoral. También dado ese mismo estilo que ha demostrado, el contexto de política exterior será prudente y sin embanderamientos ideológicos muy precisos.

Las decisiones las toman los gobiernos. En el caso argentino, puede tomarlas un hombre, Kirchner. Pero son las sociedades las que determinan lo que puede desearse y lo que puede lograrse. Es importante que pensemos si nos interesa crear una empresa petrolera estatal que no sea un coto de caza para los intereses privados y una fuente de corrupción. Cuando Aguas Argentinas retornó recientemente al control gubernamental, uno de sus principales ejecutores anunció que no debía volver el Estado bobo.

YPF tiene una historia importante en nuestro país. Pero también todos sabemos que en sus últimos años se había convertido en una fuente de empleo público y de negocios privados mucho más que en una petrolera. En realidad, lo que debemos pensar los argentinos es qué Estado estamos dispuestos a reconstruir. Y en el mundo de hoy, sino se es una gran potencia, una herramienta valiosa de un Estado es una empresa petrolera.

 

"Texto completo del decreto de nacionalización"

 

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