Después del atentado vuelve el espíritu del blitz

Julio 2005

 

LONDRES - La prioridad por la mañana era comunicarse con los seres queridos: parecía que nadie andaba sin un celular en la mano. Para la noche, los mapas reemplazaban a los teléfonos en manos de miles de londinenses que buscaban la manera de volver a casa en una ciudad llena de retenes policiales y estaciones del metro cerradas.

 

En medio de los metales retorcidos y los cuerpos mutilados que dejaron los atentados del jueves, los londinenses se mostraban orgullosos de su tradición de estoicismo y actitud desafiante.

 

"La gente sigue su vida", dijo el conductor de taxi Steve Green. "Qué maravilla, cómo muestran su fortaleza".

 

El ataque más grave a Londres desde la Segunda Guerra Mundial hizo aflorar el espíritu de cuerpo de Gran Bretaña cuando sufría el "blitz", el ataque de los bombarderos alemanes.

 

Mientras el júbilo del miércoles por la obtención de la sede olímpica del 2012 cedía al estupor de los atentados del jueves, el primer ministro Tony Blair, en un discurso televisado, apeló a la unidad y elogió el "estoicismo y la resolución del pueblo británico".

 

Ambos estaban a la vista en la ciudad: personas que ayudaban a los heridos, prestaban sus teléfonos a extraños para que pudieran llamar a sus casas y hacían largas filas para los autobuses o se resignaban a caminar a sus casas sin quejarse.

 

"Somos británicos y seguiremos adelante, no tenemos miedo", dijo el guía de turismo Michael Cahill. "Mire a toda la gente que camina por las calles. No le dicen 'Gran' Bretaña por nada".

 

Los londinenses conocieron el terrorismo del Ejército Republicano Irlandés, pero los atentados del jueves fueron los más mortíferos desde la Segunda Guerra Mundial.

 

Muchos en la ciudad hicieron gala del "espíritu del blitz" que, al menos en el imaginario colectivo, prevaleció durante los bombardeos alemanes.

 

Reinaba una calma desusada en torno de la Catedral de San Pablo, cuya enorme cúpula alzándose entre nubes de humo negro se convirtió en un símbolo de la resistencia británica ante los bombardeos nazis.

 

Algunos musulmanes expresaron temor de ser blancos de ataques revanchistas.

 

"La gente se muestra callada y se pregunta qué pasó", dijo Karim Mohammed, un gerente de restaurante. "La gente nos pregunta si nos afectará, si nos tratarán bien después de esto".

 

Pero el jueves no se reportaron agresiones de este tipo. Y si bien la mayoría de los británicos se opuso a la participación de su país en la guerra de Irak, no hubo llamados a retirar las fuerzas.


 

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