El proyecto de Kirchner
y Lo que no cierra

Mayo 2005

Julio Godio - Abel B. Fernandez
 

Julio Godio es un buen analista y un periodista honesto. Hace pocas semanas, no vaciló en cuestionar a funcionarios muy cercanos al nivel más alto del poder. Por eso, es interesante esta descripción franca - y a favor - que hace en un reciente artículo del proyecto político que hoy empuja el Presidente Kirchner. A continuación, incluímos fragmentos de una carta de uno de nuestros editores, Abel Fernández, donde apunta algunos problemas que ese proyecto enfrenta.


Una posible e inédita polarización en marcha

A seis meses de las elecciones legislativas nacionales de renovación parcial de representantes nacionales, provinciales y municipales en Argentina, comienzan a esbozarse los rasgos principales de lo que podría ser la polarización principal. Será una polarización "asimétrica" en tanto el peronismo vencerá por amplia mayoría. Pero el nuevo tipo de polarización, de producirse, puede prefigurar el componente central de un gran escenario político en los próximos años.

 

Dado que la Argentina es un país todavía fuertemente comprometido por su alto endeudamiento, la recuperación económica importante pero incipiente - con serios problemas coyunturales de insuficiencia energética - la existencia de dificultades del gobierno para establecer un nuevo compromiso con las empresas privatizadas de servicios públicos, la presión "social" de los altos niveles de pobreza y desempleo y, por último, porque la crisis del sistema de partidos perdura y erosiona la actual estabilidad política (Subsisten, aunque con menos intensidad, los fenómenos que provocaron la crisis de 2001) el análisis político del proceso electoral en curso debe ser realizado con cautela.

 

Pueden surgir hechos políticos, económicos (o ambos a la vez) que retrasen la polarización. Debe señalarse, a favor del enfoque de este análisis que, pese a las dificultades y desafíos señalados, la figura del Presidente Néstor Kirchner mantiene una alta adhesión que excede al peronismo y su personalidad canaliza la fuerte decisión popular de apoyar a su gobierno.


De aquí a octubre el país no estará exento de posibles desórdenes políticos por causas internas o externas, que pueden incidir sobre los comportamientos electorales de sectores de la sociedad. Pero ciertos hechos políticos comienzan a perfilarse y podrían desembocar en octubre en una polarización política sumamente original: la polarización entre el Partido Justicialista (PJ), que sería mayoritario en las elecciones, y un frente político hegemonizado por un "núcleo duro" de partidos de centro derecha, con incorporación de segmentos sociales con orígenes políticos conservadores, en el centro-liberal, en el peronismo y en sectores independientes.


Como se analizará en este artículo, el peronismo, condicionado por fuertes contradicciones internas, puede intentar resolver sus conflictos con la solución de avanzar sobre el escenario político combinando la participación del PJ con listas peronistas-kirchneristas y al mismo tiempo con listas propias o afines por fuera del partido oficial.

 

Kirchner aspira a ser "plebiscitado" y colocar a su esposa Cristina en el centro de la vida política (candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires). Se trata de una operación política de Kirchner y del PJ sumamente complicada en su ejecución, pero que puede resultar exitosa.


Acordada esta táctica en algunos de los distritos electorales, el kirchnerismo podría apoyar a sectores de la UCR afines a su gobierno que, con aliados, gobiernan en varias provincias. Incluso el kirchnerismo podría incorporar figuras en listas de la UCR en algunas provincias gobernadas actualmente por el radicalismo (un caso es la provincia de Tierra del Fuego donde el actual gobernador radical Jorge Colazo ha anunciado esa participación, pese a la represalia de expulsión por parte del Comité Nacional de la UCR). En muchos distritos se podría dar el caso de que el peronismo "bicéfalo" ocupe tanto el primero como el segundo lugar en el resultado electoral, lo que de producirse a gran escala podría dar nacimiento a una hegemonía política peronista en casi todo el país.


Debe recordarse, como he planteado en otro artículo, que el Presidente Kirchner aspira a aumentar sus fuerzas propias en el Congreso Nacional, y que de vencer con varias listas esto significa que todo el peronismo aumentará su participación en las Cámaras de diputados y Senadores. Podría darse el caso de que en varias provincias claves (Buenos Aires, Córdoba, y otras) el peronismo "bicéfalo" logrará apropiarse de los dos senadores electos por la mayoría y el tercero que según el régimen electoral corresponde al partido de oposición que alcance la primer minoría.


Así las cosas en el PJ, lo más importante es que un peronismo mayoritario pero internamente desestructurado, con mayor incidencia del kirchnerismo, vencería electoralmente pero enfrentando a una coalición política hegemonizada por el centro-derecha, hecho inédito en la historia política argentina (que hasta 2001 seguía dentro de la bipolaridad entre peronismo y radicalismo). El eventual triunfo peronista estaría asociado con el fortalecimiento del Presidente, pero al mismo tiempo lo obligaría a éste a acelerar el control y la "autorreforma" del PJ, para contar con una herramienta partidaria funcional a su proyecto democrático neodesarrollista.


El fenómeno inédito de un centro-derecha unificado a nivel nacional es uno de resultados del impacto en una parte de la sociedad (un 30% de los votantes) de los políticas neo-conservadoras del presidente Menem a favor del libre mercado y la constitución de una sociedad de mercado.

 

Existe la posibilidad cierta del nacimiento de una coalición de centro-derecha con posibilidades de instalarse a nivel nacional como el principal espacio opositor, pese a que el propio núcleo duro político eventualmente fundador es ideológicamente heterogéneo. Se suman, por lo menos, una corriente peronista-desarrollista (el Movimiento Popular Neuquino MPN); una corriente político-empresarial al estilo de Berlusconi en Italia (el Compromiso para el Cambio) y una corriente liberal-radical (Recrear).


Esas diferencias ideológicas comenzaron a manifestarse en el pasado. Son el resultado de una derecha conservadora argentina que se autoinmoló como fuerza política (entre 1912 y 1930) al perder su voluntad política para crear un partido de masas, y eligió el camino de asociarse con el militarismo y las soluciones golpistas. La derecha argentina, al tiempo que agotó su impulso histórico como fuerza fundadora del liberalismo político, se fraccionó según intereses particulares y capacidades para negociar el poder con el poder militar y sectores ultramontanos de la Iglesia Católica. Por eso, no se pudo construir un partido conservador con base popular. La derecha conservadora fue por eso golpista en 1930, 1955, 1962, 1966 y 1976.


Ahora, en 2005, con un sistema político democrático ajustado a la Constitución Nacional establecido en las últimas dos décadas, y luego de las transformaciones menemistas, con las dificultades estructurales del también heterogéneo centro-izquierda para converger y unirse, con la diáspora política peronista, y con la hegemonía neoliberal de la globalización, el centro-derecha puede intentar unificarse políticamente pese a sus profundas y complejas diferencias ideológicas internas. Las tradiciones caudillescas dificultan los acuerdos estables entre Sobisch, Macri y López Murphy (y eventualmente el menemismo y el saadaismo, ubicados en la frontera entre el PJ y el centro-derecha). Pero las condiciones objetivas mencionadas -que estimulan la convergencia del centro-derecha, al existir un potencial electorado del 20-30% del padrón afecto a tal convergencia - son favorables e impulsan la formación de un amplio polo opositor al gobierno. Este polo de centro-derecha será fuerte si demuestra a la parte de la sociedad que es afín, que es serio y por lo tanto políticamente confiable.


Sectores del centro liberal (especialmente la UCR y algunos partidos provinciales como el Conservador de Mendoza, el Demócrata Progresista de Santa Fe, y el Liberal de Corrientes), y obviamente de asociaciones empresarias y sociales, podrían sumarse a una convergencia con núcleo en el mencionado centro-derecha, con el objetivo de impedir que el PJ se transforme en una versión del PRI mexicano, colocando como símbolo fundamental la necesidad de destruir el hegemonismo peronista y "garantizar" el pluralismo político y la "transparencia" de las instituciones del Estado.

 

El centro-derecha puede convertirse en fuerza representativa con reglas democráticas de los intereses de amplios sectores del empresariado y economía de" libre mercado". En este caso, la constitución del centro-derecha debería significar un paso positivo dentro de la democracia argentina.

Julio Godio


LO QUE NO CIERRA


... Godio hace - a la vez - un lúcido análisis de la situación política actual y un planteo conceptual sobre qué es el peronismo hoy. Pero el análisis no es nuevo. Sin ir más lejos, en RECONS publicaron en noviembre del año pasado una nota mía "Deudas y dudas de peronistas" donde decía "Hoy el (escenario) que se está dibujando en la sociedad para el 2005 es, por un lado, un frente del PJ y la izquierda mansita, un centro izquierda muy light – como que incluye a Duhalde, de la Sota, Romero y Puertas – liderado a regañadientes por el Presidente (ni ellos ni él tienen otra opción), enfrentado a un centro derecha confuso: sus figuras son LM, Macri, Patricia y Sobisch! ... La oposición puede llegar a ser articulada por un ligero toque gorila, ayudada por el fastidio con un peronismo oficialista sin respuestas nuevas".


Y no estoy de acuerdo con el planteo conceptual, más allá de mi respeto por la trayectoria de Godio. En realidad, suena como Torcuato Di Tella y, para mí, demuestra que el peronismo sigue siendo el hecho maldito de los intelectuales, que siempre han tratado infructuosamente de encasillarlo en las categorías aceptadas: derecha-izquierda, revolucionario-reformista-reaccionario, autoritario-permisivo-trasgresor, o en la nueva y diluída: centroizquierda-centroderecha. Me parece que tienen dificultades en aceptar la idea (hay poca bibliografía europea sobre el tema) de un proyecto nacional asumido por una fuerza política que necesariamente debe incorporar y articular grupos y sectores diferenciados y hasta antagónicos.


Pero yo tampoco quiero ser como los que se aferran a las estatuas de Perón y Evita para declamar una esencia eterna e incambiable del peronismo, intocada por el tiempo y la realidad. Sin duda, Menem consiguió en los ´90, sin oposición notoria de la dirigencia peronista, lograr lo que parecía imposible: una alianza entre el partido que históricamente reunía los votos de los trabajadores y los humildes con las expresiones del poder económico y de la tecnocracia liberal; en la práctica concreta, un frente del PJ y la Ucedé.


Hoy Kirchner está llevando adelante una coalición de signo opuesto: al Partido Justicialista, que ha perdido parte de su base social, pero sigue siendo la única expresión política con vigencia nacional de los sectores con menos recursos, le suma una buena parte de los votantes que en 1999 optaron por la Alianza; es decir, una buena porción de la clase media argentina, a la que convoca con un discurso al que es difícil denominar de otra forma que "progresista". En realidad, se puede argumentar que el proyecto de Kirchner está lo más a la izquierda que la sociedad argentina hoy puede aceptar de un gobernante.
Y sin embargo ... MIremos los hechos: La realidad política - y económica - de Argentina se determina desde hace más de un siglo en cuatro distritos claves, que reúnen una aplastante mayoría de los votos, y del poder económico: la Provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, y la Capital Federal. En dos de ellos: Córdoba y Buenos Aires, las encuestas (esas que dicen cómo la gente iba a votar, dijo un cínico) pronostican un triunfo del peronismo. En Córdoba, es la misma dirigencia pre-Kirchner; en Buenos Aires, el enfrentamiento se da, en la realidad, entre sectores del tradicional aparato peronista. Y en los dos distritos donde las encuestas insinúan el peligro de una victoria opositora, la candidatura que surge en cada caso como el rival más serio a la hegemonía kirchnerista es una figura que sólo puede clasificarse como de "centro izquierda": Lilita Carrió en Capital, Hermes Binner en Santa Fe.


Fuera de la Argentina de las grandes urbes, la realidad se muestra aún más contradictoria con el planteo: en Santiago el candidato - perdidoso - del oficialismo fue Pepe Figueroa, un dirigente arquetípico de los ´90. Si en La Rioja el candidato que el gobierno nacional apoya con las palancas del poder que maneja es el gobernador Angel Mazza! ... Todo esto no quiere decir que el esquema de una propuesta nacional de centro derecha opuesta al oficialismo nacional no sea probable, ni que el esfuerzo de Kirchner por construir una coalición de centro izquierda no sea sincero. Lo que sí muestra es que la naturaleza del peronismo no es tan maleable como el discurso de sus dirigentes, y que la construcción de proyectos políticos - frentes, coaliciones - que reúnan a la vez a las mayorías populares, a los sectores medios con sensibilidad social y al empresariado nacional no se digita fácilmente desde el manejo de los recursos del Estado y de los medios.

Abel B. Fernandez

 

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