¿EL COGOTE DE GINES, EXIGIENDO UNA SOGA LARGA?

Febrero 2005
por Gerardo José González

 

Los judíos del año Cero condenaban el aborto, porque consideraban a los hijos un don de Jehová. A los sodomitas y gomorrianos les fue bastante mal por sus perversiones. Hasta el osco Onán fue execrado. Hoy, los más creyentes, mantienen esas milenarias creencias y además las practican.

.
Jesús el nazareno siguió en esta materia, como en tantas otras, a la tradición del pueblo donde nació, murió y resucitó. Nada dijo del aborto porque no era un problema entonces. Obligado a traducir el mensaje de su Padre celestial, usó la parábola en historias sencillas o en las breves respuestas a inquietudes de la gente. La Doctrina de la Iglesia Católica es una obra bimilenaria de interpretación de sus dichos, quizá sólo una más.
“Dejad que los niños vengan a mi”. O “Los que escandalizan a los más pequeños merecen que les cuelguen una piedra de molino al cuello y los tiren al mar”.

 

El obispo castrense, monseñor Antonio Baseotto, citó esta expresión de Jesucristo con referencia al aborto promovido parcialmente por el gobierno nacional, que la interpretó literalmente, es decir, que a Ginés González García habría que arrojarlo al Atlántico con una piedra de molino atada al cuello. Pero las parábolas no lo admiten fácilmente. No hay más piedras de molinos, porque el trigo y el maíz se muelen con máquinas de sofisticada tecnología.


De conseguirse alguna en un museo y atársele una soga atravesando el agujero de su eje con un extremo y colocándole a Ginés el otro con un lazo bien hecho zafaría del enorme cogote de nuestro ministro, deslizándose a su cabeza, de ostensible diámetro menor. Y para tirarlo al mar debiera elegirse cuidadosamente el lugar, porque nuestra costa atlántica no registra profundidades suficientes. Y el de Galilea tampoco, por eso lo de Cristo fue una metáfora.


Ginés dijo que habló como ministro de la salud, no religiosamente. Cabe preguntarse si es católico y, en caso de serlo, como hace para dividirse entre la persona y el funcionario.


Chiche Duhalde parabolizó inadecuadamente sobre las intenciones de Felipe Solá, con el cuento de un casalito de palomas y una tortuguita adoptada, ya que el gobernador del primer Estado Argentino conoce su condición desde el útero político bonaerense. Nicoló Machiavelli trató sabiamente el caso del príncipe que recibe el poder de otro. Si Solá siguiera al pié de la letra la ex-presión de Hilda González, podría sentirse acusado de lento, cascarudo o comedor de lechuga o incluso de radical, dado el denuesto que recibió don Arturo Illia en su presidencia hoy tan lejana.


Ni imaginar la ofensa y desmentidas que devendrían si a alguien se le ocurre utilizar el dicho criollo “Es al ñudo rempujar cuando la poronga es corta”, aplicable tanto textual como metafóricamente a muchos de nuestros políticos del sexo fuerte y – porque no - a Elisa Carrió.


El “off the record” presidencial dijo que no se enojaron por la cita sagrada, sino porque la dijo el obispo militar, que percibe sueldo de subsecretario. Fuera de jurisdicción y en relación de dependencia jerárquico-administrativa, monseñor merece el raje.


La cosa se complica cuando los Fernández abusaron diariamente de la metáfora en sus dichos públicos. Uno recurrió al latiguillo archisabido de “miente, miente, que algo quedará, de Joseph Goebels”, en referencia a Carrió.
 

Se verá en que termina esta historieta. El Vaticano, como el Imperio Americano es un poder universal y no entrega así nomás a cuadros que dieron la vida por él y menos por una cuestión de hermenéutica. Lástima que la Iglesia nacional no tercie en el quilombete, estando en juego la vida de las personas por nacer, como los llama el Código Civil.
 

[Portada]