Cromagnon, educación sexual y después…?

 

 

Febrero 2005

Por L. R.- Consultora Estratégica de Ricardo Auer.


Mucho se ha hablado últimamente acerca de la conveniencia de la inclusión del tema “educación sexual” en la enseñanza secundaria. Sin embargo, la gran mayoría de los adolescentes ya tienen experiencia en el tema. La generación cuyas edades oscilan entre los 12 y 18 años, mantienen relaciones sexuales sin tomar ninguna medida preventiva. La consecuencia menos trágica y más común es que las nenas quedan embarazadas. Probablemente no tienen riesgos mayores como sería adquirir enfermedades irreversibles (SIDA), simplemente porque su pareja también es adolescente y se han iniciado juntos.

Veamos qué sucede ante un “atraso” de la niña. En la escuela se lo comenta a sus compañeras. Pasado algunos días, compra un test de embarazo con la ayuda de sus amigas (hacen una “vaquita”), y en algún recreo lo prueba. Y allí está la confirmación. La noticia la comparte con su núcleo. Primero sorpresa. Luego desesperación mezclada con alegría grupal, pues es como que todas han quedado embarazadas. Aquí está el primer llamado de atención. Hasta ahora es una travesura.

Rápidamente, se lo comunica a su novio. Y parten juntos a hablar a sus respectivos padres que, después de haberse repuestos del impacto, preguntan qué es lo que harán. Y la respuesta será SIEMPRE: “Voy a seguir adelante con el embarazo”. Segunda sorpresa. El embarazo se toma como una cuarentena, pero no se toma conciencia de que la consecuencia de esa rara enfermedad es un bebé, un niño, UN HIJO.

Sigamos. Cuando esta determinación toma estado público, la sociedad la califica de “valiente”, “responsable”, “madura”, “cristiana”, “amorosa”, etc. Pero nadie tiene la sensatez de hablar claramente acerca de sus consecuencias.

¿Cómo sigue la historia? Pues bien. Si los chicos están estudiando, el ciclo lectivo lo continúan como si nada estuviera pasando. Pero al finalizar el año, independientemente de las materias adeudadas, comienza la convivencia efectiva en una habitación de la casa paterna de alguno de ellos, más o menos acondicionada.

Un hecho curioso es quiénes se ocupan de armar el ajuar del bebe: compañeras del colegio, amigas, futuros abuelos si ya están repuestos, entorno familiar, amistades, PERO RARA VEZ LOS PROTAGONISTAS.

Y ¿cómo se mantienen?: Por el aporte de los padres, con suerte, de ambos. El varón comenzará a trabajar en algo poco exigente que le permita estudiar, y la mujer sólo se dedicará a su bebe.

La llegada del niño, además de un integrante más en la estructura familiar ya poco cómoda, no modificará los hábitos de ninguno de los que la conforman. Sus padres son jóvenes y es lógico que quieran seguir divirtiéndose. Además, el vivir juntos lo facilita, pues sólo deben decidirlo sin mediar invitaciones o posibles compromisos contraídos con anterioridad individualmente. Y van con el bebe a todas partes, inclusive a “los recitales”, como Cromagnon. O queda al cuidado de los abuelos, que se resisten, porque tampoco tienen la nueva función asimilada.

Hablemos un poco del bebe, que hasta ahora nadie pensó seriamente en él. Ese niño pasa a no tener claro quiénes son sus padres. Tíos, abuelos, amigos, vecinos, lo cambian, lo duermen, le dan de comer, lo lleva al médico, etc.. La crianza es compartida. Respecto de la educación, sus padres son los más permisivos; sus abuelos, con más experiencia, tratan de poner límites. Y generalmente es usado como elemento extorsionador.

¿Qué sucede pasados algunos años?. La pareja “de hecho” se disolvió. En el mejor de los casos, el bebe quedó a cargo de la madre y sus abuelos maternos. En los casos de familias excluidas, disueltas y con familiares en situación carcelaria, imaginemos lo que puede llegar a ocurrir. La madre, que en general no trabajará, debería tener mucho apoyo tanto moral, estructural y económico como para poder retomar sus estudios, si es que sigue con la voluntad de proseguirlos. Mientras tanto, el padre probablemente viva ya con otra pareja. La madre, joven pero ya con un hijo en edad escolar, le resultará mas difícil formalizar un matrimonio. Cuando “concibieron al niño” todo parecía muy romántico y hasta inocentemente “travieso”. Luego la situación se volverá enmarañada y compleja. Pero ya no es posible retroceder.
 

Planteada así la situación, la enseñanza de “educación sexual” aparece como ingenua e innecesaria. Lo que si resulta muy conveniente es abrir el debate acerca del beneficio de enseñar sobre la responsabilidad de ser padres, que un hijo es la consecuencia de un acto de amor, que todo niño tiene derechos, y que el sostén más valioso para su formación es una sólida estructura familiar donde cada uno juegue el papel que le corresponde. Y quizá así tendremos sociedades mas maduras.

Dicen algunos que los límites de la libertad de uno termina donde comienza la del otro. ¿Pocos se preguntan acerca de la libertad -y sobre sus derechos- del niño que nace bajo estas circunstancias? . Es que la “cultura” consumista y ultraliberal, aunque aparente lo contrario, va creando condiciones objetivas y subjetivas que resultan en menos grados de libertad para los seres humanos.

Por eso las sociedades tienen que ponderar una libertad con responsabilidad, es decir, con límites. Para ello sólo vale tener algún criterio de valor. Porque la responsabilidad se mide en la tabla de valores de una cultura social. Cuando predomina el “vale todo”, solo queda no llorar por las consecuencias y resignarse a la decadencia. El desastre Cromagnon no ocurre por la “malignidad” individual de nadie sino por la permanencia de una cultura hipermaterialista, nihilista, sin metas ni proyectos.

Muchos están convencidos que un arreglo de los problemas económicos solucionarían los sociales, y estos a los políticos y luego sobrevendría un mayor ordenamiento “moral”. Sin embargo si todos entendiéramos que una mayor ética individual, producto de nuestra determinación personal, es el comienzo de un perfeccionamiento social, creando las bases para una nueva cultura basada en la responsabilidad, el esfuerzo y el trabajo, la situación derivaría en exigencias políticas que conducirían a mejoras sociales y económicas. Ese es el verdadero camino hacia nuestro bienestar individual y como pueblo organizado.
 

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